Ansiedad: un malestar cada día más frecuente

Según la OMS la cantidad de personas relacionadas con casos de desórdenes de ansiedad en la última década ha aumentado significativamente, informando a su vez que se estima que el 3,6 por ciento de la población mundial padecía este malestar en el 2015, ubicando a Ecuador en el noveno puesto a nivel latinoamericano, con el 5,6 por ciento de prevalencia en su población. Esta es una patología que se da más en las mujeres que en los hombres.

Existen muchos eventos que pueden desencadenar un episodio de ansiedad, todos en algún momento la hemos sentido y esta es una respuesta común a las circunstancias que nos parecen estresantes o generen temor. La ansiedad es una respuesta emocional, que se ve acompañada de reacciones corporales tales como tensión muscular, sudoración, temblor, respiración agitada, dolor de cabeza, pecho o espalda, palpitaciones, entre muchas más.

Aunque nos ayuda a enfrentarnos a situaciones amenazadoras, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, o por siglas DSM-V, especifica que si la ansiedad llega a ser desproporcionada puede llegar a considerarse una patología y esta se la cataloga como tal cuando altera el comportamiento del individuo, dejando así de ser una reacción defensiva para convertirse en una amenaza, dificultando la capacidad de adaptación de las personas y afectando así su vida cotidiana.

¿Cuáles son los tratamientos?

Existen dos tipos de abordaje para la ansiedad: el psicológico y el farmacológico.

• La Psicoterapia se enfoca en la búsqueda de un cambio dentro de los comportamientos, reforzando los mecanismos de defensa de la persona. Para esto el método más utilizado es la terapia cognitivo- conductual, la cual pretende ayudar al paciente a comprender la naturaleza de lo que está ocurriendo y el porqué de su comportamiento, enseñando a su vez el manejo de las emociones y el control de los miedos mediante el cuestionamiento lógico.
• El farmacológico, el cual debe ser prescrito siempre por un médico especialista, está clasificado en dos categorías: aquellos medicamentos que sirven para calmar las crisis de ansiedad a corto plazo y aquellos que se usan para la disminución de síntomas y de esta forma prevenir las crisis.

Es más efectivo el tratamiento cuando ambos abordajes se combinan para tratar el malestar de la persona.

Consejos para reducir una crisis de ansiedad

• Es importante recordar que es probable que el peligro no sea tan grave como creemos.
• No debemos permitir que el pánico incremente otros pensamientos atemorizantes. Distraerse en alguna actividad podría ayudar.
• Aprender la respiración diafragmática ayudará a que poco a poco pueda irse relajando.
• Tenga en cuenta el avance positivo que haya tenido sobre el evento que le genera el malestar.

¿Cómo pueden ayudar a otro?

• No se debe minimizar lo que esa persona está pasando, es necesario que se sienta comprendida.
• No se debe ser crítico al momento de escuchar.
• Observar y analizar cuáles son los eventos o situaciones que generan el malestar en la otra persona y prestar atención a cuáles son los cambios en el comportamiento.
• Animarle a realizar actividades que le generen placer y ayuden a quitar el foco de atención al malestar latente.
• Apoyarle para enfrentar los miedos, siempre y cuando se tenga el consentimiento de la persona y no exista presión de por medio.